- por Erika Leiva y Sofía Romera Zanoli para el Diario del Juicio
PH Elena Nicolay
María Cristina
Aranda fue la primera testigo en contar su terrible historia, la del asesinato
de sus hermanos en 1975 en manos de las fuerzas armadas, ante el Tribunal Oral Federal que lleva
adelante uno de los juicios por delitos de lesa humanidad de mayor magnitud que se realizó en la
provincia.
“Se llevaban
gente de día y de noche, Juan Eugenio tenía un bebé de 22 días con su compañera
Leila Susana, cuando se lo llevaron”. Tanto el niño como la mujer aún están
desaparecidos “yo le decía a mi papá que ya teníamos la marca, nos había quitado
todo, ya no teníamos nada más” señaló la
testigo con una angustia que entrecortaba su voz.
El 23 de marzo de
1975 María Cristina fue junto a su padre Juan Luis y sus hermanos Juan Eugenio (Nito) y Francisco
Armando (Cuco) Aranda a la fiesta de casamiento de Liliana Lazarte y Humberto
Carrizo, sus vecinos en San Pablo. “Era la medianoche y lloviznaba” precisó “un
grupo de 30 hombres armados de la policía federal y militares, algunos vestidos
de civil y otros uniformados, entraron a la casa donde era la fiesta. Yo estaba
parada en la entrada y cuando me di cuenta uno de los hombres me estaba
apuntando con un arma en la cabeza y me pedía que me corra”.
Entre gritos y
golpes los efectivos sacaron a los
invitados de la fiesta que no portaban documentación, y los hicieron formar una fila de mujeres y
otra de hombres. Entre ellos se encontraban los hermanos Aranda, que “fueron
obligados a salir de la fila y llevados a su casa que se encontraba en diagonal
al lugar donde se celebraba la boda”, sostuvo María Cristina.
“El jefe del
operativo (identificado como Julio Pelagati), le informa a mi padre que se iba
a llevar detenido a mis hermanos. Les di una campera para que no tengan frío.
En ese momento Cuco (Francisco Armando) se me acercó y me dijo ‘chau gorda,
quizás no nos veamos más’ y así fue, no los volví a ver más. Ya han pasado 41
años y esa herida no se cierra”, lamentó.
Los hermanos
Aranda fueron subidos a un camión del ejército junto a los otros invitados de
la fiesta. Todos los detenidos fueron trasladados a la Comisaría de San Pablo y
luego al Centro Clandestino de Detención que funcionaba en la Base Militar
emplazada en el Ex Ingenio Lules, donde recibieron golpes, picana eléctrica y
les colocaron una sonda que les llenaba con agua el estómago para luego
golpearlos, señala el requerimiento de
elevación a juicio.
“En una
oportunidad” recordó la testigo “mi padre se dirigió al Ex Ingenio a buscar a
sus hijos donde habló con el teniente Zarabozo, quien le dijo ‘sus hijos son
muy duros y no quieren colaborar’”.
Según testigos que prestaron declaración en juicios
anteriores los jóvenes hermanos fueron vistos por última vez en la Escuelita de
Famaillá, quienes además pudieron
escuchar sus gritos cuando los torturaban.
Finalmente Juan Eugenio y Francisco Armando Aranda
fueron asesinados por sus captores el 3 de abril de 1975. Al día siguiente
Leguizamón comisario de San Pablo le informó al padre de las víctimas que los
jóvenes habían muerto en un enfrentamiento. “Solo los pudimos identificar por
sus documentos, nos entregaron dos
cajones cerrados y nos dijeron que era ‘mejor que los recordemos como eran y no
como estaban ahora’”.
Los ataúdes fueron violentados en dos oportunidades por
Gendarmería Nacional, lo que generó que María Cristina dude que los restos que allí yacen son
efectivamente de sus hermanos, es por ello que el fiscal Agustín Chit solicitó
a los jueces que se exhumen ambas tumbas “es necesario que la familia Aranda
pueda sacarse esa duda al fin de poder hacer su duelo”. El tribunal hizo lugar
al pedido.
***
Clarisa Yañez Mansilla, otras de
las testigos que prestó declaración en la audiencia, contó que pudo reconstruir
la detención de sus padres Olga Mansilla y Tirso Yañez a través de testimonios de vecinos y de
familiares. Ambos fueron secuestrados de su casa en Concepción, días después de
su nacimiento en abril de 1975 y aún permanecen desaparecidos.
“La noche del 5 de abril
hubo un operativo, yo tenía apenas 9 meses, entraron y nos sacaron a los
tres de la casa. Después me enteré que mi
mamá gritaba pidiendo que no me saquen de sus brazos”. En uno de los vehículos iba su tío René Mansilla, de 16 años, a quien habrían secuestrado antes para
que los guiara hasta la casa. Luego René
y Clarisa fueron liberados bajo amenazas.
Clarisa fue
entregada a sus abuelos paternos, recién 7 años después pudo saber que su mamá era en
realidad su abuela paterna, sus hermanos, sus tíos y que tenía una hermana mayor (por parte de
madre) llamada Olga Gutiérrez, cuyo padre, Arnaldo Sebastián Gutiérrez, está desaparecido y es también
víctima de la megacausa.
***
Por último Clara Yañez, tía de Clarisa señaló ante el
tribunal que suponían que Olga y Tirso
los llevaron a La Escuelita. “En 1983 cuando salieron los presos
políticos les pregunté si habían sabido de mi hermano, me dijeron que lo único
que pudo saber por dichos de otros es que había muerto por las torturas” y lo recordó como hombre de gran valor moral,
un ser muy especial. “Me gustaría saber qué fue de él. Encontrar sus huesitos”.
Como la mayoría
de los desaparecidos durante el Operativo Independencia Olga y Tirso eran muy
jóvenes, con ideales. Olga tenía 21 años y trabajaba en una fábrica. Tirso
23, había estudiado en el Instituto Técnico y era tornero en un taller
metalúrgico. Ambos eran militantes del PRT-ERP.
El juicio continuará el próximo jueves 28 a las 9.30 en el
TOF (Crisóstomo y Chacabuco).
Comentarios